Durante la Dinastía Sui (581–618 d.C.), en un tranquilo pueblo cerca de la actual Xi'an, vivía una joven llamada Yun Yao, hija de una familia erudita. Yun Yao había estado inmersa en la poesía clásica y las refinadas actividades de los eruditos desde su infancia. No solo era talentosa, sino también excepcionalmente hermosa. Sin embargo, llevaba una profunda tristeza en su corazón, que era su relación con su padre, un estricto erudito que parecía distante e indiferente, nunca ofreciéndole mucho afecto ni apoyo.
Una primavera, el padre de Yun Yao fue a la ciudad capital por negocios y regresó con un regalo especial: un hermosamente elaborado saquito. El saquito fue hecho por un famoso bordador de la capital y contenía ingredientes herbales preciosos, emitiendo una fragancia refrescante y agradable. El saquito estaba bordado con un delicado diseño de peonía, que simbolizaba la riqueza, la prosperidad y la felicidad duradera. Cuando Yun Yao vio el saquito, una calidez llenó su corazón. Aunque su padre generalmente era estricto, estaba claro que había recordado sus preferencias y deseos.
“Este es un regalo para ti. Que proteja tu salud y purifique tu mente”, dijo suavemente su padre.
Yun Yao tomó el saquito con un sentimiento cálido en su corazón, y sus ojos se llenaron de lágrimas. Entendió que este saquito no era solo un regalo que su padre había traído, sino también un símbolo de su amor. Desde entonces, lo llevó cerca de ella, sintiendo la fragancia calmante y la tranquilidad que le aportaba dondequiera que fuera.
Con el tiempo, el aroma del saquito se convirtió gradualmente en parte de la vida de Yun Yao. Siempre que se sentía inquieta o ansiosa, acariciaba suavemente el saquito y tomaba una respiración profunda, y el calor y frescura de la fragancia parecían calmar la turbulencia dentro de ella. A veces, llevaba el saquito al jardín, se sentaba junto al estanque, escuchaba el canto de los insectos y pájaros, y meditaba tranquilamente. La fragancia del saquito siempre ayudaba a calmar su mente, como si hubiera entrado en un mundo libre de distracciones.
Un día, Yun Yao estaba en su estudio, leyendo un libro antiguo cuando de repente escuchó una tos baja desde el patio. Se apresuró a salir y encontró que su padre había regresado. Parecía cansado y frágil por el largo viaje. Yun Yao inmediatamente tomó el saquito y lo colocó suavemente junto a su cama, rezando en silencio por su bienestar.
“Padre, por favor cuídate. Este saquito te traerá paz y salud”, dijo Yun Yao.
Su padre miró el saquito y sonrió débilmente, sus ojos suavizándose. “Yao’er, parece que este saquito ha tocado profundamente tu corazón. Siempre supiste, aunque permanezca en silencio, que tengo un amor infinito por ti.”
Desde entonces, el saquito no solo se convirtió en un adorno personal para Yun Yao, sino también en un vínculo silencioso entre ella y su padre. No importaba cuándo, el saquito siempre estaría con ella, recordándole el amor y el cuidado de su padre, brindándole consuelo y fortaleza interminables. Ese pequeño saquito también se convirtió en un símbolo eterno en su vida, representando el calor del afecto familiar y la tranquilidad del alma.