Cuentas en las montañas
En lo profundo de las montañas, rodeado de imponentes pinos y nieblas flotantes, vivía un viejo monje llamado Ling Yi. Con casi ochenta años, su espíritu seguía siendo claro y brillante. Cada mañana meditaba bajo los árboles; cada noche preparaba té mientras giraba suavemente entre sus manos un collar de cuentas — 108 cuentas fragantes conocidas como Tian Nian Xiang.
No eran cuentas comunes.
Cincuenta años atrás, Ling Yi era un médico en el mundo secular, dedicado a la medicina herbaria. Viajaba de montaña en montaña buscando una fórmula que pudiera nutrir el corazón y calmar el espíritu. Un día oyó hablar de un ermitaño recluso en lo profundo de las montañas Dabie, que poseía un pergamino oculto llamado la Escritura del Incienso Mezclado.
Viajó durante siete días y siete noches hasta que finalmente encontró al ermitaño bajo un antiguo árbol de ginkgo.
El ermitaño no dijo una palabra — solo le entregó a Ling Yi un puñado de cuentas fragantes, diciendo: "Estas no curan el cuerpo, sino que calman el alma. Si entiendes su esencia, los años serán amables."
Ling Yi giró una cuenta entre sus dedos. Su aroma era distante pero profundo — como la primavera que despierta en un bosque intemporal. Permaneció con el ermitaño durante tres años, aprendiendo los caminos del incienso y el espíritu. Mezclaban hierbas, meditaban con aromas y observaban el paso de las estaciones.
Cuando el ermitaño falleció silenciosamente una mañana, Ling Yi nombró las cuentas Tian Nian Xiang, que significa “Años Celestiales de Fragancia” — un deseo de vida vivida con calma y sabiduría.
Cada una de las 108 cuentas llevaba una huella del bosque: el susurro de los pinos, el aliento del musgo, la calidez del sol sobre la corteza. No estaban hechas para la riqueza o la protección, sino para quienes buscan quietud en un mundo ruidoso.
Finalmente, Ling Yi regresó al mundo, ya no como monje, sino como un hombre tranquilo y presente. Siempre llevaba las cuentas consigo y solo las regalaba a quienes estaban destinados a recibirlas, diciendo:
"Cuando tus pensamientos estén dispersos, sostén las cuentas. Cuando tu espíritu esté cansado, inhala su fragancia. El incienso no habla — pero siempre te guiará a casa."